Luis Cardei |
Luis Cardei, reciente ejemplo de fama tardía. Tenía la más alejada pinta del galán cantor, pero era muy querible -entre otras cosas- por su fragilidad. Bien puede afirmarse que para lucir como galán de tango, tenía todo en contra porque la implacable polio contraída de niño había deformado su cuerpo, tenía dificultades a la hora de desplazarse y para colmo, era algo seseoso. Con el paso del tiempo, Luis Cardei demostró que cuando la mayor expresión de la música urbana se inspira en el sentimiento, la pinta es lo de menos. Porque su aparente fragilidad nunca se emparentó con la misericordia, jamás se permitió el desahogo de la tristeza sino que sus padecimientos lo transformaron en un personaje querible, amable, sentencioso y servicial, intérprete más que vocalista, que dejó para el recuerdo y la memoria, algunas creaciones sin par.
Luisito, cada día le agradecía a la vida cada chispazo de felicidad que le regalaba.
Tango: Ventanita de arrabal
Música: Antonio Scatasso
Letra: Pascual Contursi
Intérprete: Luis Cardei
Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!
Letra:
En el barrio Caferata
en un viejo conventillo,
con los pisos de ladrillo,
minga de puerta cancel,
donde van los organitos
su lamento rezongando,
está la piba esperando
que pase el muchacho aquel.
Aquel que solito
entró al conventillo,
echao a los ojos el
funyi marrón;
botín enterizo,
el cuello con brillo,
pidió una guitarra
y pa'ella cantó.
Aquel que, un domingo,
bailaron un tango;
aquel que le dijo:
"Me muero por vos";
aquel que su almita
arrastró por el fango,
aquel que a la reja
más nunca volvió.
Ventanita del cotorro
donde sólo hay flores secas,
vos también abandonada
de aquel día... se quedó.
El rocío de sus hojas,
las garúas de la ausencia,
con el dolor de un suspiro
tu tronquito destrozó.
En el barrio Caferata
en un viejo conventillo,
con los pisos de ladrillo,
minga de puerta cancel,
donde van los organitos
su lamento rezongando,
está la piba esperando
que pase el muchacho aquel.
Aquel que solito
entró al conventillo,
echao a los ojos el
funyi marrón;
botín enterizo,
el cuello con brillo,
pidió una guitarra
y pa'ella cantó.
Aquel que, un domingo,
bailaron un tango;
aquel que le dijo:
"Me muero por vos";
aquel que su almita
arrastró por el fango,
aquel que a la reja
más nunca volvió.
Ventanita del cotorro
donde sólo hay flores secas,
vos también abandonada
de aquel día... se quedó.
El rocío de sus hojas,
las garúas de la ausencia,
con el dolor de un suspiro
tu tronquito destrozó.