viernes, 19 de julio de 2013

Feliz cumpleaños... Abel!!!

Ábel Córdoba
En el día de hoy, y si me lo permiten, a modo de humilde regalo, les dejo unas pocas palabras acerca de uno de los más talentosos y mejores cantores de tango de nuestra historia.

Considero a este pequeño homenaje muy merecido, y más importante aún, lo es a una persona que todavía hoy, día a día, noche a noche, continúa endulzando nuestros oídos y alegrando el alma con su incomparable voz.

Lamentablemente, no es inusual que recordemos homenajear a nuestros grandes, una vez que ya nos dejaron, debemos corregir esa práctica y llenar de elogios a quien en vida se lo merece!

Estoy hablando del intérprete de nuestro cancionero tanguero que por su personalidad, su interpretación actoral y su registro de barítono, es uno de los más brillantes de la década del 60 hasta la actualidad. Me refiero al Maestro, al Cantor, al Señor Abel Córdoba. Querido y admirado tanto por el público argentino como por el de muchísimos países que al día de hoy continúan disfrutando de su música.

Abel Córdoba nació en el barrio porteño de Caballito, Buenos Aires, pero a tan sólo dos meses de vida sus padres deciden trasladarse a la ciudad de San Francisco, provincia de Córdoba. Allí transitó su adolescencia dando sus primeros pasos como cantor de tangos.

Desde muy joven se supo con una voz privilegiada, razón por la cual decidió tomar clases de canto con un profesor que no dudó, ni por un segundo, que estaba frente a un joven con futuro promisorio, sin límites en el mundo del 2x4.

Luego de un tiempo de trabajo y mucha paciencia, el sueño del pibe estaba por cumplirse. Es que el gran Maestro Don Osvaldo Pugliese estaba seleccionado un cantor para su gran Orquesta. Por supuesto que no era para nada fácil la faena de lograr convertirse en el cantor de la Orquesta de tango más importante del país y reconocida como tal a nivel mundial. En la selección desfilaron más de 300 ilusionados posibles cantores para cubrir la vacante, pero al final quedaron sólo cuatro, y la decisión indiscutida tanto del Maestro como de absolutamente todos los integrantes de la Orquesta, fue la de contratar al joven Abelardo González Fenoglio, quien rápidamente, pasó a llamarse Abel Córdoba.

La fecha de la unión de la Orquesta más importante y el nobel cantor fue el 10 de octubre de 1964, batiendo todos los records de permanencia, 31 años ininterrumpidos, hasta julio de 1995, cuando Don Osvaldo nos dejó físicamente.

Luego de la partida del Maestro, Abel Córdoba, decidió continuar su carrera solista y lo ha hecho con gran éxito, tanto dentro del país como en el exterior. Su estilo y personalidad no han cambiado nunca. Como solista y en distintas oportunidades acompañado de talentosas orquestas ha realizado diversas grabaciones que todo amante del tango debe tener en su colección.

En el día de hoy, querido Abel, te saludamos calurosamente desde Rosario, ciudad que te quiere y te admira. Muy feliz cumpleaños!

Los invito a disfrutar de este hermoso tango de Azucena Maizani, Manuel Romero y Orestes Cufaro, grabado en vivo en el Teatro Colón de Buenos Aires el 26/12/1985.

Tango: "La Canción de Buenos Aires"
Letra: Manuel Romero
Música: Azucena Maizani y Orestes Cúfaros
Orquesta: Don Osvaldo Pugliese
Interprete: Abel Córdoba



Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!

Letra:
Buenos Aires, cuando lejos me vi
sólo hallaba consuelo
en las notas de un tango dulzón
que lloraba el bandoneón.
Buenos Aires, suspirando por ti
bajo el sol de otro cielo,
cuando lloró mi corazón
escuchando tu nostálgica canción.
Canción maleva, canción de Buenos Aires,
hay algo en tus entrañas que vive y que perdura,
canción maleva, lamento de amargura,
sonrisa de esperanza, sollozo de pasión.
Este es el tango, canción de Buenos Aires,
nacido en el suburbio, que hoy reina en todo el mundo;
este es el tango que llevo muy profundo,
clavado en lo más hondo del criollo corazón.
Buenos Aires, donde el tango nació,
tierra mía querida,
yo quisiera poderte ofrendar
toda el alma en mi cantar.
Y le pido a mi destino el favor
de que al fin de mi vida
oiga el llorar del bandoneón,
entonando tu nostálgica canción.