domingo, 17 de agosto de 2014

Feliz aniversario, Ada Falcón


Ada Falcón
Aída Elsa Ada Falcone, más conocida como Ada Falcón, nació el 17 de agosto de 1905 en la estancia “Los Paraísos” situada en el partido de Ituzaingó, provincia de Buenos Aires, República Argentina. Apodada “La emperatriz del tango”, Falcón fue la inspiración de Francisco Canaro para la composición del tema “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”. 

A la edad de 4 años, le manifestó a su madre que deseaba cantar y poco después, debutó como la “joyita argentina” en la Sociedad de San Vicente de Paul; su madre se encargó de definir su nombre artístico, acortando su apellido a “Falcón”. En 1919, con apenas 14 años, participó de una película muda titulada “El festín de los caranchos”.  

Su carrera se alternó entre varietés y cuadros de revistas, hasta que el 15 de julio de 1925 comenzó su trabajo, acompañada por la orquesta de Osvaldo Fresedo. Falcón fue la tercera mujer argentina en grabar un disco, después de Rosita Quiroga y Azucena Maizani, quienes lo hicieron en 1923. A Falcón, la sucedió Tita Merello, Libertad Lamarque y Mercedes Simone en 1927, y Tania en 1930.

Retornó en 1929, luego de la aprobación del pianista Enrique Delfino, quien la acompañó junto al guitarrista Manuel Parada en 14 temas. A diferencia de las clásicas voces agudas de la época, Falcón se impuso con un registro de mezzosoprano. El 24 de julio de 1929, comenzó su relación laboral con Francisco Canaro, con quien trabajó en alrededor de 180 oportunidades, comenzando con la grabación del tango “La morocha”. Para la década de 1930, llegaría a grabar con su orquesta 15 discos por mes, lo cual la convertiría en una de las cantantes de tango más relevantes del momento, al mismo tiempo que debutó en Radio Cultura, Stentor, Splendid, Argentina, Prieto, Belgrano y El Mundo. 

Más tarde, en 1934, participó en la película sonora “Ídolos de la radio”, dirigida por Eduardo Morera, actuando como coprotagonista junto a Ignacio Corsini, Olinda Bozán, Dorita Davis y Tita Merello. Su estilo identificatorio quedó plasmado en temas tales como “Tres esperanzas”, “Envidia”, “Destellos”, “Corazón de oro”, “La pulpera de Santa Lucía»”, “Caminito” y “Cambalache”, pero, sobre todo, en “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”, en el que Canaro, quien se sentía atraído profundamente por Falcón, se inspiró en los ojos llamativos de ella para componerlo.

En una nota a un diario recordó: “¡Qué ojos! Usted no se imagina lo que era yo. Bastaba con mirarme los hoyitos de las mejillas, los dientes, las piernas”. Decía Discépolo de mí: "Es tan divina, que hace mal mirarla".

En 1935, Falcón, en su mayor período de esplendor, decidió que no realizaría más presentaciones en público, y Radio El Mundo le puso a su disposición la sala “F”, de menores dimensiones, a la cual denominaban “la sala Falcón”. El 28 de septiembre de 1938, decidió finalizar su carrera laboral con Francisco Canaro y sus actuaciones fueron más esporádicas. Hacia 1940, terminó cantando detrás de un cortinado escondida de sus propios músicos. En 1942, grabó su último disco con 2 temas, el tango “Corazón encadenado” y el vals “Viviré con tu recuerdo” (ambos de Francisco Canaro e Ivo Pelay).

Falcón tuvo un apasionado romance con Francisco Canaro que duró más de 10 años, siendo amantes ya que él ya estaba casado con una francesa y no dispuesto a dejarla. Según se cuenta, ésta llegó a aceptar el divorcio, pero con la condición de que Canaro repartiera con ella su fortuna en partes iguales. Otras versiones dicen que Ada sufrió el engaño de su hermana Adhelma con Canaro y nunca más volvió a hablarle a ambos.

Sorpresivamente, se retiró completamente del medio artístico, vendió su casona de 3 pisos de Palermo Chico, sus 2 automóviles y repartió la mayoría de sus bienes entre sus allegados. Luego, decidió mudarse con su madre a una casa de segunda mano ubicada en Salsipuedes, provincia de Córdoba. Inicialmente, su activa vida religiosa, sobre todo en la iglesia de Pompeya, llevó a crear el rumor de que había tomado los hábitos y se había convertido en monja. En marzo de 1982, año en que ofreció algunas entrevistas excepcionales, comentó en un reportaje: “En plena juventud tuve riquezas y belleza, tuve una visión maravillosa del Señor y no vacilé un instante en dejarlo todo y recluirme en las sierras con mamita, en un convento franciscano, y vivir con humildad. Desde que nací, dormí junto a mi madre, y su muerte me destrozó”. Su madre murió con más de 90 años en 1981 y luego del hecho, se alojó en su carácter de tercera franciscana en una casa de retiro.

En 1989, regresó a Buenos Aires y acusó a Odeón de no querer reeditar sus discos, cuando lo cierto era que ella no lo permitía, como así también a su hermana Adhelma de cantar por los pueblos haciéndose pasar por ella y firmando autógrafos con su nombre.

Ada fue más difusa al asegurar que "durante treinta años cobró otra persona todos mis derechos; fue una venganza de una persona muy poderosa que ya murió, que me dijo que me iba a hacer morir de hambre"...

Durante sus últimas décadas, Falcón ingresó en el hogar de ancianos de las hermanas de San Camilo, ubicado en la localidad de Molinari, a unos 5 kilómetros de Cosquín, provincia de Córdoba. En 2002, fue entrevistada para el documental sobre su vida “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”. En la última escena del filme le preguntaron si tuvo un gran amor, a lo que Falcón responde: “No recuerdo”.

Tango: Ventarrón
Música: Pedro Maffia
Letra: José Horacio Staffolani
Intérprete: Ada Falcón




Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!

Letra:
Por tu fama, por tu estampa,
sos el malevo mentado del hampa;
sos el más taura entre todos los tauras,
sos el mismo Ventarrón.


¿Quién te iguala por tu rango
en las canyengues quebradas del tango,
en la conquista de los corazones,
si se da la ocasión?


Entre el malevaje,
Ventarrón a vos te llaman...
Ventarrón, por tu coraje,
por tus hazañas todos te aclaman...


A pesar de todo,
Ventarrón dejó Pompeya
y se fue tras de la estrella
que su destino le señaló.


Muchos años han pasado
y sus guapezas y sus berretines
los fue dejando por los cafetines
como un castigo de Dios.


Solo y triste, casi enfermo,
con sus derrotas mordiéndole el alma,
volvió el malevo buscando su fama
que otro ya conquistó.


Ya no sos el mismo,
Ventarrón, de aquellos tiempos.
Sos cartón para el amigo
y para el maula un pobre cristo.


Y al sentir un tango
compadrón y retobado,
recordás aquel pasado,
las glorias guapas de Ventarrón.