domingo, 26 de junio de 2016

Feliz aniversario, Abel Aznar

Abel Aznar
Abel Mariano Aznar, nació en Libertad, partido de Merlo, Provincia de Buenos Aires, el 26 de junio de 1913. Fue un poeta que le cantó al amor y al engaño. Careció del fuego sagrado de los grandes autores de su época, pero tuvo la virtud de la regular corrección de su rima y, de haber captado el gusto popular a través de varios éxitos que se tradujeron en importantes logros comerciales.

Su padre, español de Aragón, era empleado ferroviario y tocaba la guitarra y el bandoneón. Abel trabajaba desde muy joven con su padre, quien lo quería ver graduado de ingeniero químico. Recordaba el propio Aznar: “El viejo deseaba asegurarme el futuro y veía, además, que yo tenía un porvenir en el ferrocarril. Y por eso, combatía a muerte mi afición por los versos. A pesar de eso pude estudiar violín entre mis 8 y 13 años. El colegio solo lo hice hasta sexto grado, pero aprendí muy bien el idioma inglés junto a mi madre que era irlandesa. Pero a mí me gustaba la noche, la poesía y escuchar a Pacho (Juan Maglio), que a veces venía por los pueblos con su orquesta”.

Después de 1930 se vinculó al ambiente artístico y conoce al actor Federico Mansilla, que era director de Radio El Abuelito. Por su intermedio conoció a los cantantes Antonio Maida y a Nelly Omar.

En esa época compuso su primer tango “Igual te quiero”, al que también le puso la letra, y fue estrenado en la radio por Nelly Omar, el 28 de junio de 1936, cuatro días después de la muerte de su padre.

Reflexiona el autor: “...y no pude demostrarle al viejo que había emprendido algo serio en la vida, por mi propio camino. Y me tuve que hacer cargo de mi familia, además.” Y continúa diciendo: “Entonces, aparte de mi trabajo en el ferrocarril, daba lecciones de inglés en mi casa todas las noches. El cantor Eduardo Farrel estaba entre mis discípulos. También ayudé a Eloy Rébora a traducir libros. Pero, por ese motivo, me fui desvinculando del medio que a mí me gustaba. Tuve que empezar de nuevo”.

El pianista Armando Cupo le presentó a la cancionista Laurita Esquivel, al cantor Roberto Chanel y, al que más tarde fuera su colega, Reinaldo Yiso.

En esa época, Chanel empezaba con Pugliese, y en una ocasión le llevó un tema que habían hecho juntos. Cuando Pugliese leyó la letra le dijo al poeta: “Escribiendo así usted no va a ninguna parte”. Aznar confiesa que le resultó muy duro, pero con el tiempo se lo agradeció. En esos tiempos el letrista escribía versos demasiado poéticos y muy alejados de lo popular.

Tiempo más tarde su amigo Reinaldo Yiso le trajo una música del bandoneonista Luciano Leocata, al que le puso letra. El tema en cuestión se tituló “Y volvemos a querernos”, que entusiasmó al cantor Jorge Casal hasta tal punto que se lo llevó al director Florindo Sassone y lo estrenan en el bar Armonía de la calle Corrientes y luego lo llevan al disco el 25 de enero de 1949.

La orquesta de Sassone también le grabó: “Y mientes todavía”, también con música de Leocata, con la voz de Raúl Lavalle.

Osvaldo Ruggiero, sobrino de Leocata y bandoneonista de Pugliese, se lo lleva al maestro quien lo graba con el cantor Alberto Morán el 31 de mayo de 1949. Y, a partir de ese momento, resulta un verdadero éxito. Ya Pugliese había grabado, con la voz de Roberto Chanel, “La mascota del barrio”, que Aznar hizo en colaboración con Reinaldo Yiso.

La conjunción Aznar-Pugliese, continúa con varios temas más: “Y mientes todavía” con la voz de Alberto Moran el 26/7/1950; “Y todavía te quiero” con la voz de Jorge Maciel, el 21/6/56; “Y no le erré” con el cantor Ricardo Medina, el 24/7/1959; “Sueño malevo”, con la voz de Alfredo Belusi, en el año 1960; “Jamás lo vas a saber”, la voz de Jorge Maciel, en octubre de 1966.

Fue un autor profuso, que contó con la colaboración de músicos importantes, como el caso del ya mencionado Luciano Leocata y muchos otros. Carlos Di Sarli, con el que hizo “De qué podemos hablar”, con Marcelino Hernández (Cholo) “Sonatina”, con Azucena Maizani “Y no somos nada”, con Manuel Sucher “Nuestra última partida” y “Te doy un beso y me voy”.

Otros títulos importantes de su obra son: “El último guapo”, “Qué tenés que hablar de mi”, “Y te parece todavía”, “Vos hacés lo que querés”, “El corsito del barrio”, “Azúcar, pimienta y sal”, “Anoche te soñé”, y muchos más.

En Cuadernos de difusión del tango Nº 33, Tito Giglio nos cuenta que Cholo Hernández vivió con Aznar en su casa de Merlo durante 10 años, y hace una descripción del autor en la que le atribuye una personalidad muy sensible y con un ansia enorme de afecto, que al recibirlo retribuía con creces.

Nos dice también que era un hombre flaco, de físico y de bolsillo, que apenas comía, pero consumía con exceso café y cigarrillos. Poseía un accionar nervioso y era de andar rápido, luciendo siempre un peinado engominado.

Con Leocata escribía con las melodías ya compuestas.

En SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) figuran 233 obras suyas, pero sólo 88 fueron editadas y grabadas. Realizó traducciones para la editorial Julio Korn.


Tango: Lo que vos te merecés 
Música: Carlos Olmedo
Letra: Abel Aznar 
Intérprete: Abel Córdoba



Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!

Letra:
¡Que querés, no te esperaba!
Perdoname la franqueza
porque desde que te fuiste
no pensaba verte más.
Y hoy que honrás con tu presencia
la miseria de esta pieza,
la sorpresa del encuentro
la podés imaginar...

Perdoná, no me di cuenta,
casi ni te di la mano.
Si querés quedarte un rato
sin ninguna pretensión,
poco tengo pa' ofrecerte,
no sabés como he quedado,
si estoy dando lo que he dado
pa' pagar mi metejón

Y vos, estoy seguro
que habrás echado buena
y que te dio vergüenza
entrar en el bulín.
Ya no andarás cuerpeándole
al hambre y a la pena.
Tu vida noche y día
será un solo festín

Me alegra que hayas vuelto
después de todo un año
con ese vestidito
que yo te regalé.
Tu lujo, tus alhajas,
me hubieran hecho daño
¡Qué bien que te has portado,
volviendo como ayer!

¿Qué tenés? ¿Estás llorando?
No te pongas de ese modo,
si no vas a consolarme
con tenerme compasión.
No fue sólo por tu culpa
que he perdido todo, todo.
Es que, entonces, yo tenía
un otario corazón

¿Qué decís? ¿Que te engañaron
con un mundo de promesas?
Que volvés arrepentida,
que hoy recién me comprendés.
¡Que querés si se acabaron
tus delirios de grandeza!
Hoy tenés de recompensa
lo que vos te merecés.