Jorge Casal |
Hijo de padre italianos, Jorge Casal comenzó trabajando en una pequeña fábrica textil en Villa Piaggio (hoy Villa Lynch), en el partido de San Martín, a unas 20 cuadras de su casa. Se inició profesionalmente en el tango junto con su amigo, el cantor Roberto Florio (El Chocho).
Representante genuino de la escuela gardeliana, barítono atenorado poseía una voz potente, pero al mismo tiempo dulce y cristalina. Como se dice en la jerga tanguera… la coloratura de su voz era rica en matices y su fraseo gardeliano nos recuerda por momentos a Raúl Berón en su dulzura y a Alberto Marino en su potencia.
Fue cantor de la orquesta de Florindo Sassone desde 1946 hasta 1950, año que ingresa a la de Aníbal Troilo en la que permanece hasta 1955, cuando hace su debut como cantor solista.
Las primeras grabaciones en tal carácter las hace con el conjunto de guitarras de Roberto Grela que estaba conformado por Héctor Ayala, Domingo Laine y Ernesto Báez en el guitarrón. Curiosamente en su primer disco (“Dicen que dicen” y “A mis manos”) no participa Roberto Grela.
A partir de 1956 realizó giras por Estados Unidos y Colombia. Su sobrino fue el también cantor Héctor Darío.
El propio Casal cuenta de su vocación y cómo fueron sus comienzos.
«¿Sabes que yo tenía antipatía por Gardel? Era joven, tenía 11 años y apenas si había oído hablar de él. En mi casa no había dinero para comprar una radio y mis preocupaciones eran otras, que pasaran rápido las horas de trabajo -había que trabajar a esa edad- y ponerme a jugar a la pelota en la calle con otros chicos.
«De su muerte me enteré por el comentario de los vecinos y me indignó. Mi reflexión era: ¿por qué tanto escándalo con Gardel, si murieron también otros en el accidente?
«Pasaron varios meses y aún tengo grabada la imagen. Jugaba a las bolitas en la vereda, cuando de pronto una radio aumenta su volumen. Escucho una voz, y es tan grande el impacto que me produce que dejo de jugar y me acerco a la ventana de la casa para oír mejor. Cuando termina el disco el locutor dice: «Han escuchado a Carlos Gardel en la jota “Los ojos de mi moza”». Recuerdo que murmuré: ¡ah, con razón!»
Allí comprendió el muchachito Jorge Casal la importancia de Gardel. Y continúa diciendo:
«Estaba dentro mío la vocación de cantor, tenía buen gusto para elegir y días después, en el cine del barrio, fui a ver El día que me quieras. Quedé enloquecido para siempre.
«Mis viejos eran italianos y mi hermana mayor también. Mi llegada a la profesión me deparó algunas amarguras. Después de cantar en algunos festivales barriales me presenté en un concurso que organizaba Radio Splendid. Había una ronda previa para elegir quienes se iban a presentar para cantar.
«Elegí el tango de Rafael Rossi y José Rial, “Corazoncito (Ñafa)”. Hice la primera y segunda parte cuando, de pronto, sonó un timbre en la sala, luego se acercó un tipo y me dijo que ya estaba bien, que dejara mi nombre y dirección, que me iban a llamar. Por supuesto nada de eso ocurrió y quedé mal».
En este momento el cantor recuerda cómo llegó a la orquesta de Florindo Sassone.
«Un amigo que me escuchó en un festival barrial, acompañado por el guitarrista Aníbal Arias, me dijo que la orquesta de Florindo Sassone necesitaba un cantor para debutar en unos días en Radio Splendid. La misma radio del fracaso. Me presentó a un músico de la orquesta y luego de escucharme dijo que me presentaría al director. Fui el lunes a su casa, la prueba fue con el tema “Canción de cuna”. No le gusté a Sassone y empecé a convencerme que no servía para cantor.
“Pero al día siguiente, la sorpresa. El músico presentador me vino a buscar a mi casa, era el nuevo cantor de la orquesta ¿Qué había ocurrido? Mientras Sassone me tomaba la prueba, su esposa María -que tenía oído musical pues había estudiado canto- me escuchó y le dijo después a su marido que no me dejara a un lado, que yo cantaba muy bien. Al poco tiempo un directivo de la radio me dijo «¡Cómo la pegó Sassone con vos! ¿Sabes que iba a poner el que ganó el concurso en la radio?» Ese muchacho era Domingo Alé, más tarde conocido como Alberto Podestá. Debuté el 18 de noviembre de 1946».
Cómo surgió su nombre artístico.
«Para mi nombre artístico primero pensé ponerme Turi Lardó. Turi en el dialecto del pueblo de mis padres significa Salvador y Lardó es la parte final de mi apellido. Pero me gustó el apellido de un amigo que tenía una bicicletería, Carlos Casal, pero el nombre no me salía, hasta que una muchacha sugirió Jorge y me gustó.
«Excepto las 2 primeras grabaciones “Canción de cuna” y “Volver”, todo el repertorio fue elegido por mí, en eso no daba concesiones. Sassone se encargaba de la parte musical, en lo demás... mejor ni hablar. No fue buena persona. Nunca reconoció haberse equivocado conmigo al rechazarme y mucho menos que el éxito de la orquesta se debía a mi presencia. Siempre fue el comentario del ambiente y yo sabía que era así.
“Yo, en cambio, fui distinto. A sólo 3 días del debut me vino a buscar el representante de Pedro Laurenz, de apellido Soto, para llevarme con la orquesta del maestro. Me negué por el reconocimiento a la oportunidad que Sassone me había dado, aun sabiendo que Laurenz me iba a pagar más. También hubo enviados de otras importantes orquestas, Miguel Caló, Carlos Di Sarli y Aníbal Troilo. A Pichuco lo fui a ver personalmente en su departamento, le conté y me respondió: «¡Lo felicito pibe, no cualquiera hace lo que usted hizo!»
Ya desvinculado de Sassone ingresó a la orquesta de Aníbal Troilo dejando en el disco 20 grabaciones memorables. Entre ellas los tangos “La mentirosa”, “Carmín”, “La cantina” y el vals “Vuelve la serenata”.
Jorge Casal fue un cantor admirado por sus colegas, un muchacho simple, poco instruido, pero de una gran sensibilidad para el ejercicio de su vocación de cantor, un ejemplo del hijo del inmigrante que se destaca en una carrera tan difícil que, como en este caso, no tuvo el reconocimiento que hubiera merecido.
Filmografía
1950: Al compás de tu mentira, con la orquesta de Domingo Federico.
1952: Mi noche triste, donde dobló al actor Jorge Salcedo.
1954: El cartero, donde trabajó junto a la actriz Haydée Larroca.
1955: Vida nocturna.
Televisión
1956: El tango, señor de la ciudad, con Astor Piazzolla, Alba Solís, el ballet de Ángel Eleta y Nelly Raymond.
1963: Grandes valores del tango.
Teatro
1953: El patio de la morocha, sainete de Cátulo Castillo y Troilo. Anteriormente hizo giras por Brasil.
1959: Caramelos surtidos, de Enrique Santos Discépolo, nuevamente con Aníbal Troilo y representada en el teatro Presidente Alvear.
Discografía
Dicen que dicen
A mis manos
Canción de cuna y Volver (1947)
Por dónde andará (1947)
Puentecito de mi río (1947)
Cien guitarras (1947)
Siempre te nombra (1947)
El día que me quieras (1948)
A la luz del candil (1948)
Rencor (1949)
Y volvemos a querernos (1949)
Mi noche triste (1949)
La última cita (1949)
Fogón de huella (1949)
Madre hay una sola (1949)
No te engañes corazón (1949)
Noches de Atenas (1950)
Al compás de la mentira (1950)
Tinglado
La mentirosa
Carmín
La cantina
Vuelve la serenata
Patio mío
Ventanita de arrabal
Uno y uno
Una canción
Che bandoneón
Amigazo
Del suburbio
Homenajes
En diciembre de 2009, el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires le puso el nombre de Jorge Casal a una plaza de Villa Urquiza, su barrio natal.
Tango: La cantina
Música: Aníbal Troilo
Letra: Cátulo Castillo
Intérprete: Jorge Casal
Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!
Letra:
Ha plateado la luna el Riachuelo
Ha plateado la luna el Riachuelo
y hay un barco que vuelve del mar,
como un dulce pedazo de cielo
con un viejo puñado de sal.
Golondrina perdida en el viento,
por qué calle remota andará,
con un vaso de alcohol y de miedo
tras el vidrio empanado de un bar.
La cantina
llora siempre que te evoca
cuando toca, piano, piano,
su acordeón el italiano...
La cantina,
que es un poco de la vida
donde estabas escondida
tras el hueco de mi mano.
De mi mano
que te llama silenciosa,
mariposa que al volar,
me dejó sobre la boca, ¡sí!
su salado gusto a mar.
Se ha dormido entre jarcias la luna,
llora un tango su verso tristón,
y entre un poco de viento y espuma
llega el eco fatal de tu voz.
Tarantela del barco italiano
la cantina se ha puesto feliz,
pero siento que llora lejano
tu recuerdo vestido de gris.
como un dulce pedazo de cielo
con un viejo puñado de sal.
Golondrina perdida en el viento,
por qué calle remota andará,
con un vaso de alcohol y de miedo
tras el vidrio empanado de un bar.
La cantina
llora siempre que te evoca
cuando toca, piano, piano,
su acordeón el italiano...
La cantina,
que es un poco de la vida
donde estabas escondida
tras el hueco de mi mano.
De mi mano
que te llama silenciosa,
mariposa que al volar,
me dejó sobre la boca, ¡sí!
su salado gusto a mar.
Se ha dormido entre jarcias la luna,
llora un tango su verso tristón,
y entre un poco de viento y espuma
llega el eco fatal de tu voz.
Tarantela del barco italiano
la cantina se ha puesto feliz,
pero siento que llora lejano
tu recuerdo vestido de gris.