José Dames |
Desde su infancia estaba atraído a la música. Aunque pertenecía a una familia humilde, sus padres le pagaron una educación musical y aprendió a tocar el violín.
Cuando tenía 18 años, se mudó con su familia a San Fernando, a 20 km de Buenos Aires. Empezó a estudiar bandoneón con el maestro Gómez, y más tarde pulió su técnica con Carlos Marcucci. Se mudó al barrio de Nueva Pompeya. Empezó su actividad con tríos y cuartetos.
En 1931 participó en un grupo tanguero liderado por el bandoneonista Carlos Tirigall. En 1932 entró en la sección de bandoneones de la orquesta típica-sinfónica de Julián Divasto. Hacia 1934 formó el dúo Las Dos D: Dodero-Dames, con el pianista Rolando Dodero. Tocó en muchas sesiones en Radio Excelsior y después en La Voz del Aire. Después armó su propio grupo José Dames y Sus Paisanos, que pronto se desbandó, pero se reunió años más tarde para grabar en el sello Philips.
Pero nunca se dedicó completamente a tocar ni tenía la habilidad para dirigir una orquesta, porque le faltaba la disposición necesaria de un entrepreneur. Su dedicación estaba siempre enfocada en la composición.
Desde 1940, Dames integró como bandoneonista las orquestas de Anselmo Aieta, Rodolfo Biagi, Atilio Bruni, Juan Canaro, Emilio Orlando, Ricardo Pedevilla y Francisco Rotundo, y participó en los acompañamientos orquestales de los cantantes Andrés Falgás, Roberto Flores, Héctor Palacios, Roberto Rufino y Alba Solís. Paralelamente a todas estas actuaciones formó siempre algún trío, flanqueado su bandoneón por 2 guitarras. El último fue el que actuó en radio El Mundo en 1957, con los guitarristas Vicente Spina y José Sabino.
Su trayectoria como instrumentista profesional culminó en 1982, en La Farola, un reducto tanguero de Buenos Aires del cantor uruguayo Mario Ponce de León.
“Nunca me senté con el bandoneón en las rodillas, a escribir un tango. El proceso de creación ha tenido para mí otras características. Las melodías me llegaban en la calle, en el tranvía, en cualquier parte. Siempre tuve la precaución de anotarme el tema que me surgía así, espontáneamente. Después sí, lo desarrollaba musicalmente… José Dames”
Tangos - Con Horacio Sanguinetti
Los despojos
Tristeza marina
Por unos ojos negros
Milagroso
Nada (el tango que alcanzó las casi 300 grabaciones de intérpretes diferentes).
Con José María Contursi
Tú (que estrenó y grabó la orquesta de Aníbal Troilo en impecable versión con Edmundo Rivero)
Fulgor
Brindemos en silencio
Mientras vuelve el amor
Con varios autores
Fuimos, con Homero Manzi
No me importa su amor con Enrique Cadícamo
Sin ti con Abel Aznar
Tan lejos con Marvil
Horizonte azul con Héctor Marcó
Detrás del turbio cristal, con Cátulo Castillo, que inexplicablemente no trascendió (o que no encontró el intérprete y la grabación que merecían)
La luna cae en San Telmo con Juan B. Tiggi
Simplemente Laura con Mario Ponce de León
Canción de primavera, vals de estilo europeo
Nuestra Señora de Pompeya, pequeña obra de música sacra que dedicó a la iglesia de su barrio
Luego siguieron, en años posteriores, una serie de composiciones con el poeta Julio Camilloni:
No era el amor
Otra vez arlequín
Canción del ángel
La vida que te di
Obras instrumentales
El buscapié (grabado por Osvaldo Pugliese)
Muy picante (registrado por Mario Demarco)
De muy adentro (en colaboración con Héctor María Artola y grabado por Aníbal Troilo)
A bailarlo
Alma y violín
El cometa
Milongas
La coqueta
Sencilla y briosa
La luciérnaga
La juguetona
Chispeando
Vayan abriendo cancha
Repiqueteo de taquitos (esta última en colaboración con Ernesto Baffa).
Plazoleta José Dames
El 30 de junio de 2005, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires denominó "José Dames" a una plazoleta ubicada entre las calles Esquiú, Tilcara y Abraham Luppi en el barrio de Nueva Pompeya.
Tango: Por unos ojos negros
Música: José Dames
Letra: Horacio Sanguinetti
Orquesta: Osvaldo Pugliese
Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!Orquesta: Osvaldo Pugliese
Letra:
Cuando clavaste tus ojos en mí
un misterio fatal presentí.
Luego una cita y un beso de amor
y después el dolor del adiós.
¿Por qué tus ojos me embrujaron? ¿Por qué?
Si tu tenías que alejarte después.
Sólo me queda el recuerdo glacial
de tus ojos de sombra y cristal.
Por unos ojos negros
no tiene paz mi vida...
y sólo sé desearlos más y más,
soñarlos, y después llorar, llorar...
¡Por unos ojos negros
las penas cubren mi alma!...
¡Qué larga que es la calle del dolor,
buscando sin cesar tu amor!
Eran tus ojos dos llamas de luz
y tenían tristeza de cruz...
Eran espejos de sombra y dolor
donde quiso mirarse el amor.
¿Por qué tus ojos me embrujaron? ¿Por qué?
Si tu tenías que alejarte después.
Sólo me queda el recuerdo glacial
de tus ojos de sombra y cristal.
Luego una cita y un beso de amor
y después el dolor del adiós.
¿Por qué tus ojos me embrujaron? ¿Por qué?
Si tu tenías que alejarte después.
Sólo me queda el recuerdo glacial
de tus ojos de sombra y cristal.
Por unos ojos negros
no tiene paz mi vida...
y sólo sé desearlos más y más,
soñarlos, y después llorar, llorar...
¡Por unos ojos negros
las penas cubren mi alma!...
¡Qué larga que es la calle del dolor,
buscando sin cesar tu amor!
Eran tus ojos dos llamas de luz
y tenían tristeza de cruz...
Eran espejos de sombra y dolor
donde quiso mirarse el amor.
¿Por qué tus ojos me embrujaron? ¿Por qué?
Si tu tenías que alejarte después.
Sólo me queda el recuerdo glacial
de tus ojos de sombra y cristal.