Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!
Letra: Tengo el corazón hecho pedazos, rota mi emoción en este día... Noches y más noches sin descanso y esta desazón del alma mía... ¡Cuántos, cuántos años han pasado, grises mis cabellos y mi vida! Loco... casi muerto... destrozado, con mi espíritu amarrado a nuestra juventud.
Más frágil que el cristal fue mi amor junto a ti... Cristal tu corazón, tu mirar, tu reír... Tus sueños y mi voz y nuestra timidez temblando suavemente en tu balcón... Y ahora sólo se que todo se perdió la tarde de mi ausencia. Ya nunca volveré, lo se, lo se bien, ¡nunca más! Tal vez me esperarás, junto a Dios, ¡más allá!
Todo para mi se ha terminado, todo para mi se torna olvido. ¡Trágica enseñanza me dejaron esas horas negras que he vivido! ¡Cuántos, cuántos años han pasado, grises mis cabellos y mi vida! Solo, siempre solo y olvidado, con mi espíritu amarrado a nuestra juventud...
Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!
Letra: Pa' que bailen los muchachos via' tocarte, bandoneón. ¡La vida es una milonga! Bailen todos, compañeros, porque el baile es un abrazo: Bailen todos, compañeros, que este tango lleva el paso. Entre el lento ir y venir del tango va la frase dulce. Y ella baila en otros brazos, prendida, rendida, por otro amor.
No te quejes, bandoneón, Que me duele el corazón. Quien por celos va sufriendo su cariño va diciendo.
No te quejes, bandoneón, que esta noche toco yo. Pa' que bailen los muchachos hoy te toco, bandoneón. ¡La vida es una milonga!
Ella fue como una madre, ella fue mi gran cariño... nos abrimos y no sabe que hoy la lloro como un niño... Quién la va a saber querer con tanto amor, como la quise. Pobre amiga, pobre piba, ¡qué ganas más locas de irte a buscar!
Pa' que bailen los muchachos via' tocarte, bandoneón. ¡La vida es una milonga!
José Ángel Lomio, nació en el barrio porteño de Barracas, Buenos Aires, el 22 de octubre de 1904, conocido artísticamente como Ángel Vargas, fue cantante de tango. Es uno de los principales exponentes del tango. Era apodado como "El ruiseñor de las calles porteñas".
Comenzó a cantar en la década de 1930 en la orquesta de Augusto Pedro Berto con el seudónimo de Carlos Vargas. En 1932 conoció a Ángel D'Agostino e hicieron algunas presentaciones juntos.
En 1938 grabó algunas canciones con la Orquesta Típica Victor.
En 1940 alcanza notoriedad cuando ingresa como voz principal de la orquesta de Ángel D'Agostino y comienzan a grabar. Realizaron 93 grabaciones más una toma de película (El cuarteador) entre aquel año y 1946, que constituyen una obra esencial del tango del siglo XX. Luego formó su propia orquesta con los directores Luis Stazo y José Libertella, entre otros.
Entre sus tangos más recordados están "Tres esquinas", (tango que los invito a disfrutar en el día de hoy) "Muchacho", "Agua florida", "Mano blanca" y el vals "Esquinas porteñas".
Vargas se inició en el disco como cantor de la orquesta de José Luis Padula en 1935 con las canciones “Ñata linda” y “Brindemos compañero”.
Luego participó en 3 canciones con la Orquesta Típica Victor entre 1938 y 1939, y luego grabó un simple o sencillo con guitarras en el mismo año 1939 con las canciones “La bruja” y “Milongón”.
En 1947 Vargas inicia sus primeros registros como solista, acompañado por la orquesta de Eduardo Del Piano. Con él Vargas graba 20 canciones hasta 1950. Entre ellas se destacan Milonga para Gardel, ¿Se lustra, señor?, Bandoneón arrabalero, La mariposa, El motivo, Que se vayan, Mi vieja viola y Ventanita de arrabal.
En 1951 comienza una serie de registros con la orquesta de Armando Lacava, director con el que Vargas graba más canciones que con cualquier otro: 40 títulos hasta 1954. Con él grabó Naipe marcado, De vuelta al bulín, No es más que yo, Tras cartón, Copa de ajenjo, Duelo criollo, Bésame en la boca, Araca corazón, Alma en pena, El adiós, Corrientes y Esmeralda, Si es mujer ponele Rosa, Dejame vivir mi vida y Evocación de París, además de canciones grabadas anteriormente con D'Agostino (A pan y agua, Pero yo sé, Sólo compasión).
Luego Vargas graba 4 canciones en 1954 con el trío de Alejandro Scarpino: Muchacho, No aflojés, El espejo de tus ojos y Cartas viejas. Al año siguiente grabaron 2 más: Ayer y La bruja. Fue la única vez que Vargas fue acompañado por una formación de este tipo, ya que hasta ese momento todas sus grabaciones como solista fueron con acompañamiento de orquestas, exceptuando su simple con guitarras de 1939.
En 1955 comienza a realizar grabaciones con la orquesta de Edelmiro "Toto" D'Amario. Con el grabó 18 canciones hasta 1957. Las más destacadas fueron Mi dolor, Ventanita florida, Langosta, Carnaval de mi barrio, Zapatitos de raso, Cascabelito, El choclo, Cuartito azul, Rejas y glicinas y Shusheta.
El 24 de abril de 1958 hace 2 grabaciones con la orquesta de Daniel Lomuto: Vos hacés lo que querés y Miriñaque. Luego, entre septiembre del mismo año y abril de 1959 graba 6 canciones más, con la orquesta de Luis Stazo: El despertar, Esta soledad, Glorias del ayer, Quien tiene tu amor, Hablando de tango y Un boliche.
El 16 de septiembre de 1959 Vargas graba por última vez, acompañado por la orquesta de José Libertella. Las canciones elegidas fueron La cieguita y La porteñita.
Ángel Vargas, todavía sin declinar sus condiciones interpretativas, fue sin duda uno de los más grandes artistas de nuestro tango.
Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!
Letra: Yo soy del barrio de Tres Esquinas, viejo baluarte de un arrabal donde florecen como glicinas las lindas pibas de delantal. Donde en la noche tibia y serena su antiguo aroma vuelca el malvón y bajo el cielo de luna llena duermen las chatas del corralón. Soy de ese barrio de humilde rango, yo soy el tango sentimental. Soy de ese barrio que toma mate bajo la sombra que da el parrral. En sus ochavas compadrié de mozo, tiré la daga por un loco amor, quemé en los ojos de una maleva la ardiente ceba de mi pasión. Donde en la noche tibia y serena su antiguo aroma vuelca el malvón y bajo el cielo de luna llena duermen las chatas del corralón.
Graciela Figari nació en Rosario, Provincia de Santa Fe, un 17 de Octubre en el barrio “La República de la Sexta”.
Estudió danza, piano y paralelamente, también inició la carrera de Derecho, donde integró el coro universitario de Rosario, dirigido por Cristian Hernández Larguia, aunque su amor e interés por la música fue más fuerte y se apartó de las leyes para dedicarse de lleno a la música.
Esta talentosa cancionista es, sin lugar a dudas, una de las mejores que ha dado el género en este último tiempo, no sólo a nivel local, donde su primacía no se discute, sino a nivel nacional. Con un perfil que lleva al tango a sus raíces, nos transporta a aquellas mujeres que supieron cantar el tango en la época dorada del 2x4. Dueña de un estilo inconfundible, recrea un repertorio que sale de cualquier catálogo y rescata aquellas bellas y dulces canciones que supieron ganar los escenarios de otras épocas.
De cuna tanguera, su padre fue bandoneonista en la orquesta de Abel Bedrune, lo cual le brinda la base musical necesaria para amar al tango desde niña. En el año 1987 debutó como cantante de tango en el auditorio de Radio Nacional Rosario, presentada junto a su madrina artística, Angelita de La Mata, de amplia trayectoria en los escenarios locales.
Sus primeros pasos en el 2x4 los dio junto al maestro Orlando Trujillo. Luego, amplió sus horizontes y comenzó a cantar con los tríos y agrupaciones de tango de Rosario y alrededores, actuando en diversas radios y canales de la zona. Siendo ya una artista consagrada, compartió escenario con figuras destacadas de la música ciudadana, como Nelly Omar, María Garay, Nelly Vázquez, Hugo Marcel, Abel Córdoba y tantos otros.
Participó de diversos ciclos culturales sobre la historia y los poetas del tango, y eventos tales como: La Cumbre Mundial del Tango, El Congreso de la Lengua y La Música Grande. También se ha presentado en el Anfiteatro Humberto de Nito y en el Monumento Nacional a la Bandera. Ha recibido variadas distinciones en reconocimiento a su talentosa carrera. Tal es el ejemplo de la nominación en el año 2003, y la victoria en 2004 del “Premio Musi”, en el rubro vocal femenina, otorgado por el Sindicato de Músicos de Rosario y la Fundación Musimedios, también obtuvo una mención especial por la Agrupación rosarina de tango “Julián Centeya”.
Grabó su primer disco en el año 2003 “Equipaje”, junto a las guitarras de Carlos Peralta, Mario Benítez y Néstor Madeo. En el año 2007, una vez más, ampliando sus fronteras artísticas y siendo una amante del cine nacional, presentó el evento “Graciela Figari de película” donde recrea fragmentos y canciones de obras clásicas del cine de oro, acompañada en guitarra por Néstor Madeo y las presentaciones de Raúl Mendoza, difusor y hombre de tango rosarino.
En la actualidad con varios discos en su haber, sigue recorriendo los escenarios tangueros para deleitarnos con su dulce voz y llevar al tango a su máxima expresión y calidad.
Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!
Letra: No
pises el cotorro
que no te puedo ver.
No ves que hasta vergüenza
me da ser tu mujer.
Yo quiero, pa' que sepas
tener siempre a mi lado
a un hombre bien templado,
no a un maula como vos.
A un hombre que se juegue,
si llega la ocasión,
la vida en una carta,
sin sentir emoción.
A un hombre que sea hombre
y sepa responder
y no llore cobarde,
igual que una mujer.
Maula
que ante el insulto callaste.
Maula
que cobarde te achicaste.
Maula
que sólo te creés valiente
cuando una noche de farra
te ves enfrente de una mujer.
La
barra del boliche
borracha de pernod
mi nombre que es el tuyo
por el suelo arrastró
y vos que de una mesa
oíste aquella infamia
bajaste la cabeza,
cobarde, sin chistar.
Al verte tan compadre,
con tu aire de matón,
te juro por mi madre
te tengo compasión.
No vuelvas al cotorro,
porque mi corazón,
se ha hecho para un hombre
y vos no sos varón.
Amleto Enrique Vergiati, más conocido como Julián Centeya, nació en Borgo Val di Taro, provincia de Parma, Italia el 15 de octubre de 1910. Fue un destacado poeta, recitador y letrista de tango, conocido por sus poesías y textos en lunfardo. Era llamado El hombre gris de Buenos Aires.
La familia se radicó inicialmente en San Francisco, provincia de Córdoba y en 1923 se radicó en Buenos Aires, estableciéndose en el barrio porteño de Parque Patricios.
Amleto realizó sus estudios primarios en la escuela Abraham Luppi, en el cruce de las calles Caseros y Labarden y fue compañero de banco de Francisco Rabanal, quien años después sería Intendente de la ciudad. Cursó sus estudios secundarios en el colegio Nacional Rivadavia, en la esquina de Chile y Entre Ríos.
Julián estableció una profunda relación afectiva con la ciudad, y en particular con su barrio, Boedo, de donde se consideraba oriundo “pa'ver si se enteran que yo soy de Boedo”.
Su primer libro de poemas fue El recuerdo de la enfermería de Jaime escrito en 1941, y firmado con el seudónimo de Enrique Alvarado. Escribió letras de tangos con importantes músicos como Enrique Pedro Delfino, Enrique Francini, Lucio Demare y Hugo del Carril.
Se desempeñó también en la radio particularmente en Radio Colonia, Uruguay, con su programa En una esquina cualquiera y en Radio Argentina, con su programa Desde una esquina sin tiempo. También escribió artículos para los diarios Crítica, Noticias Gráficas y El Mundo, así como en las revistas Sábado y Prohibido.
En 1969 publicó La musa del barro, con prólogo de César Tiempo, considerado su mejor libro. Ese mismo año grabó varios de sus poemas, incluyendo "Atorro", un descarnado poema en el que desnuda su soledad y su tristeza "negao a todo/piantado de mí".
En 1971 escribió su única novela, El vaciadero, sobre los "quemeros", los hombres, mujeres y niños marginados de su barrio, que concurrían a "la quema", donde se incineraba la basura, en busca de objetos de valor. Centeya sostenía que el escritor debía estar comprometido profundamente con lo que escribía: "para escribir hay que vivirla; si no nos acunamos en el camelo literario".
Poema: Mi musa maleva Autor: Julián Centeya Intérprete: Julián Centeya
Laura Ana Merello, más conocida en el mundo artístico por Tita Merello, nació el 11 de octubre de 1904 en un conventillo del barrio porteño de San Telmo ubicado en la calle Defensa 715, entre Balcarce y el pasaje San Lorenzo. Hija de la planchadora Ana Gianelli y del cochero Santiago Merello. Fue actriz y cantante de tango y milonga.
Su padre murió cuando su hija tenía apenas 4 meses de edad víctima de tuberculosis. “...miro mucho (las fotos amarillentas), siempre. Me da ternura ver sus grandes bigotazos y sus ojos dulces. Cuando un hombre muere joven, queda siempre detenido en esa edad. Ahora lo cuido como si fuera mi hijito”, dijo ya anciana sobre su padre. Merello, quien tuvo una infancia muy dura marcada por la pobreza y la falta de cariño, más tarde diría: “El dolor nació conmigo”. Recién a los 4 años, fue reconocida en la partida de nacimiento y a los 5 fue trasladada a un asilo de Villa Devoto porque su madre debía trabajar y no podía hacerse cargo de ella.
Durante su infancia, además de su estancia en el asilo, vivió esporádicamente en varios sitios, por ejemplo, en Montevideo, capital de Uruguay, donde sin recibir salario se desempeñó como sirvienta. Luego, poco antes de cumplir 10 años, aconsejada por un médico que le diagnosticó tuberculosis (cuyos síntomas nunca se presentaron), residió con su tío en un campo ubicado en Bartolomé Bavio, cerca de Magdalena, realizando distintos trabajos en los que ayudaba a su familia ordeñando vacas, preparando asados y cebando mates, tareas de las cuales señaló: “Trabajaba como un hombrecito, entre los hombres. Pasaban los días, las noches. Nunca un gesto de ternura”. La soledad, la pobreza y el abandono emocional marcaron la personalidad de Merello, quien ya adulta se definió de niña como una “chica triste, pobre y además, fea. Presentía que iba a seguir siéndolo siempre. Después descubrí que no hace falta ser bonita. Basta con parecerlo. Soy insolente de nacimiento y temperamento. Y con capacidad para sostener una insolencia... No recuerdo si tuve una infancia precoz. Lo que sé es que fue muy breve. La infancia del pobre siempre es más corta que la del rico”.
En 1916, trasladó su domicilio a una precaria vivienda de la calle Corrientes 1318, donde residió con su madre. En esa época, con 12 años, Merello no había podido concurrir a la escuela y, por lo tanto, no sabía leer ni escribir. En sus propias palabras, sólo sabía diferenciar la «a» de la «o». Recién en la década de 1920, Simón Yrigoyen Iriondo, familiar del expresidente Hipólito Yrigoyen, puso fin a su analfabetismo, bajo la guía de Eduardo Borrás. Más tarde, antes de fallecer, Iriondo diría que «es terca, muy terca, a veces ella parecía la maestra y yo el alumno. Y no se podía rendir ante la evidencia de que era yo quien enseñaba, es que siempre quería saberlo todo». Uno de sus principales biógrafos, Néstor Romano, analizando su estrellato sin haber tenido estudios, escribió: «Jamás pasó por un conservatorio de arte escénico ni educó su voz en escuelas de canto. Simplemente se hizo en la calle. Sin ayuda de nadie, a fuerza de talento y voluntad, construyó una carrera que la llevó desde los bares del bajo porteño y una cuarta fila de coristas a los primeros planos del tango y el cine nacional».
Su filmografía, comprendida entre 1933 y 1985, contiene más de treinta películas, entre ellas ¡Tango!, Filomena Marturano, Mercado de abasto, Los miedos, entre otras, casi todas pertenecientes al género dramático respectivamente. Definida como una actriz temperamental y versátil ligada al tango, Merello debutó en los comienzos del cine sonoro argentino, cuando filmó ¡Tango!, de Luis Moglia Barth. Para el elenco, el director optó por contratar a cantantes, orquestas, bailarines y actores de teatro principalmente. Acompañada por Ernesto Ponzio y Juan Carlos Bazán, ahí cantó el tango «Yo soy así pa´l amor». Durante los años siguientes de la década de 1930, continuó participando con frecuencia en filmes musicales, como Así es el tango (1936), en el que bailó con Tito Lusiardo y fue dirigida por Eduardo Morera.
Sin embargo, los historiadores cinematográficos coincidieron en que su primer papel importante lo llevó a cabo en La fuga (1937), un policial humorístico. Ahí, Merello estrenó el tango «Nieblas del Riachuelo», compuesto por Juan Carlos Cobián con letra de Enrique Cadícamo. Con Luis Saslavsky, director del filme, volvería a trabajar en 1942 en Ceniza al viento. En 1947, fue convocada en México para desempeñar el papel principal de Cinco rostros de mujer junto a Arturo de Córdova, filme por el cual obtuvo el premio Ariel como mejor actriz.
Adquirió relevancia luego de encabezar Morir en su ley, donde interpretó el personaje de la esposa de un pistolero que quiere alejarse de él; se enamora y sufre un desengaño que la lleva a la muerte. Sus éxitos más relevantes tuvieron lugar en la década de 1950, período en el que protagonizó 11 películas. En Arrabalera (1950), cantó el tango que lleva el mismo nombre y en esta producción, destacó el dolor de su personaje por ser madre soltera.
En 1951, un año después, protagonizó con Arturo García Buhr y dirección de Lucas Demare, Los isleros, que relata la vida de los pobladores del Delta del Paraná en un ambiente precario. Su labor le mereció el premio a la mejor actriz de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina y de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina. En 1955, de nuevo con el mismo director, encabezó Mercado de abasto, donde llevó a cabo el tango «Se dice de mí» y actuó en compañía de Pepe Arias.
En algunas ocasiones encarnó personajes que, casi siempre en medio de la pobreza, debieron cuidar a hijos, hermanos u otros parientes, tal como ocurrió en Para vestir santos. Por otra parte, en Pasó en mi barrio, Guacho, Filomena Marturano y Mercado de abasto interpretó a mujeres que tuvieron que defender a sus hijos de sus propios padres. En Los isleros (1951), una de sus películas más destacadas, cumplió el papel de una madre posesiva y que llega a la injusticia para sobreproteger a sus hijos.
En la década de 1960, generalmente dirigida por Hugo del Carril o Enrique Carreras, incursionó en una serie de películas que no tuvieron demasiado éxito en comparación con las anteriores. La versión teatral de Amorina de 1957 fue llevada al cine en 1961, y le valió el premio a la mejor actriz del Instituto Nacional de Cinematografía. Participó como actriz y guionista en ¡Esto es alegría! y en 1974, se estrenó en la sala Normandie La Madre María, basada en la vida de María Salomé Loredo. Ahí, estuvo secundada por diversos actores como María José Demare, José Slavin, Tina Serrano, Marta Gam, entre otros. Varios fragmentos de sus grabaciones fueron utilizados en la película El canto cuenta su historia (1976), que contó con la animación de Julio Mahárbiz y el auspicio de Aries Cinematográfica Argentina. Sus últimos trabajos fueron en 1980 y 1985 respectivamente, cuando secundó a María Leal y Soledad Silveyra en Los miedos y acompañó, contando con 80 años, a Mercedes Carreras en Las barras bravas.
En 1927, debutó con un disco de dos temas: «Te acordás reo» y «Volvé mi negra». En 1929 editó otro, que contuvo tangos como «Qué careta», «Che, bacana», «Paquetín paquetón», «No te hagas curar», entre otros. El periodista Jorge Palacio señaló que la mayoría de los tangos interpretados por Merello en sus comienzos poseían letras humorísticas. A fines de la década de 1920 dejó de grabar discos, algo a lo que retornaría acompañada por Francisco Canaro recién en 1954, cuando produjo siete discos en el período de un año (hasta 1955) contando con 49 años.
Si bien Merello no grabó demasiado, cantó diversas canciones en sus películas y fue reconocida principalmente por su interpretación de «Se dice de mí» y «La milonga y yo», cuyas letras se relacionaban a la cantante. Su voz se caracterizaba por tener una tonada muy grave y rígida, y encarnó el tango humorístico con gran expresividad. «Llamarada pasional», compuesta por ella misma y con música de Héctor Stamponi, la dedicó a su pareja Luis Sandrini y entre los temas que integraban su repertorio, se hallaban «Qué careta», «Che, pepinito», «Te has comprado un automóvil», «Garufa», entre otros. A lo largo de toda su carrera musical cantó melodías de diversos géneros musicales como el bolero, el tango, la ranchera o la milonga.
Al igual que Libertad Lamarque, en sus películas generalmente había cuadros musicales en donde interpretaba tangos. En Filomena Marturano (1949) cantó «Pipistrela», con letra de Fernando Ochoa y música de Juan Canaro. Paralelamente, en 1969, en Viva la vida, dirigida por Enrique Carreras, interpretó «La milonga y yo», redactada especialmente para ella por Leopoldo Díaz Vélez con música de Tito Ribero. El director de orquesta y arreglador Víctor Buchino trabajó con ella en sus recitales en México y en sus filmes Arrabalera, Filomena Marturano y Morir en su ley; además, se destacó como pianista acompañando a Merello en «No aflojés».
Entre 1964 y 1965, luego de un lapso de ausencia, retornó al medio discográfico con la orquesta de Carlos Figari, entonando melodías como «Graciela oscura», «Soledad, la de Barracas», «Me enamoré una vez» o «Che, Bartolo». Con Figari permanecería trabajando hasta 1969 y, luego de diez años, grabó un disco con la orquesta de Héctor Varela. Ahí, su representación de «Con permiso» muestra desparpajo y sorprende con otras formas de acentuación. Sin embargo, se destacó con «Padrino pelao», que le permitió parodiar antiguas costumbres de barrio.
Se retiró del cine en 1985, pero continuó actuando en teatro, TV y radio; incluso, fue distinguida como «Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires» en 1990.
Osvaldo Pugliese le dedicó un tango instrumental titulado «Para Tita» y el cantante Cacho Castaña le compuso el tema musical «Tita de Buenos Aires». En 1993, la Asociación Amigos de la Avenida Corrientes descubrió un monumento construido frente a su antigua casa y en 1995 el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) fundó el Complejo Tita Merello.
En diciembre de 1999 se inauguró una plaza con su nombre en el Pasaje Jenner, en el barrio de San Cristóbal. Debajo de uno de los espacios vacíos dejados de la construcción de autopistas en 1997 se le realizó el homenaje. Al enterarse del acto, lo agradeció desde la Fundación Favaloro pero no asistió a la celebración. También se le construyó un monolito ubicado en avenida Corrientes y Talcahuano, gracias a una propuesta de Eduardo Dosisto con la anuencia de la Comisión de Amigos de la Avenida Corrientes, cuyo vicepresidente era Ben Molar.
El 11 de octubre de 1998, al cumplir 94 años, varios amigos lograron detener su aislamiento y los cuadros depresivos que cada vez sufría con mayor intensidad, y tuvo una charla con el periodista Jorge Fontana en Radio de la Ciudad y una con Tiempos modernos, de Radio Continental. Ese mismo año también se colocó una placa en su honor en la plaza del barrio de San Cristóbal. Además recibió un homenaje en el Auditorio del Colegio de Abogados, de avenida Corrientes, y la Academia Porteña del Tango le brindó un tributo en donde estuvieron presentes Enrique Dumas, Jorge Rivera López, Ben Molar, Soledad Silveyra, Marikena Monti, Beba Pugliese, entre otros.
Milonga: Se dice de mí Música: Francisco Canaro Letra: Ivo Pelay Intérprete: Tita Merello
Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!
Letra: Se dice de mí...
se dice de mí...
se dice de mí...
Se dice que soy fiera,
que camino a lo malevo,
que soy chueca y que me muevo
con un aire compadrón,
que parezco Leguisamo,
mi nariz es puntiaguda,
la figura no me ayuda
y mi boca es un buzón. Si charlo con Luis,
con Pedro o con Juan,
hablando de mí
los hombres están.
Critican si ya,
la línea perdí,
se fijan si voy,
si vengo o si fui. Se dicen muchas cosas,
mas si el bulto no interesa,
¿por qué pierden la cabeza
ocupándose de mí? Yo sé que muchos
me desprecian comprar quieren
y suspiran y se mueren
cuando piensan en mi amor.
Y más de uno se derrite si suspiro
y se quedan, si los miro,
resoplando como un Ford. Si fea soy, pongámosle,
que de eso aun no me enteré.
En el amor yo solo sé
que a más de un gil, dejé a pie.
Podrán decir, podrán hablar,
y murmurar y rebuznar,
mas la fealdad que dios me dio
mucha mujer me la envidió.
Y no dirán que me engrupí
porque modesta siempre fui…
¡Yo soy así! Y ocultan de mí…
ocultan que yo tengo
unos ojos soñadores,
además otros primores
que producen sensación.
Si soy fiera sé que, en cambio,
tengo un cutis de muñeca,
los que dicen que soy chueca
no me han visto en camisón. Los hombres de mí
critican la voz,
el modo de andar,
la pinta, la tos.
Critican si ya
la línea perdí,
se fijan si voy,
si vengo, o si fui. Se dicen muchas cosas,
mas si el bulto no interesa,
¿por qué pierden la cabeza
ocupándose de mí?
Pedro Láurenz, nació en Buenos Aires el 10 de octubre de 1902, fue destacado bandoneonista, director y compositor de tango. Integró el célebre sexteto de Julio de Caro y la primera formación del Quinteto Real (Láurenz-Salgán-De Lío-Francini-Ferro), formado en 1959. En la Década de Oro del tango dirigió una conocida orquesta que actuó entre 1934 y 1953, en la que se destacó el cantante Alberto Podestá.
Vivió la infancia en Villa Crespo. Primero estudió violín. Posteriormente, sus hermanos mayores -hijos del primer matrimonio de su madre- le despertaron el interés por el bandoneón. En este instrumento se perfeccionó en Montevideo ciudad en la que estuvo radicado desde 1917, donde debutó profesionalmente tocando junto al pianista Luis Casanovas en el café Au Bon Jour, junto a Eduardo Arolas en el cabaret Moulin Rouge y en el ambiente de las “pensiones”.
Luego de 1920 regresó a Buenos Aires donde integró la orquesta del pianista Roberto Goyeneche, actuando con éste en las emisiones de Radio Cultura, y en La Glorieta de la calle Las Heras. En 1925, al desvincularse Luis Petrucelli del sexteto de Julio De Caro, fue requerido por éste para hacer pareja con Pedro Maffia. A la par de la actuación de ambos en el referido sexteto, llevaron al disco una serie de versiones en dúo de bandoneones para la casa Víctor con los tangos Mocosita, Pura maña, La cumparsita y otros.
A partir de 1926 quedó como primer bandoneón de Julio De Caro, ingresando a su lado Armando Blasco con quien formó una de las "yuntas" de mayor entendimiento, más completas, virtuosas e importantes de todos los tiempos, registrando con la misma además algunos arreglos a dos bandoneones como Lazos de seda y Guardia vieja para la casa Brunswick. Integrando el conjunto de Julio De Caro participó de las célebres temporadas de los cines Real, Renacimiento, Select Lavalle, en las giras por Brasil -1927- y por centros artísticos de Europa -1931- tomando parte en el rodaje de la película Luces de Buenos Aires.
En 1934, justamente con Blasco, Nieso y Sciarreta se desvinculó del compositor de Buen Amigo, para formar su propia orquesta debutando en el palco del café Los 36 Billares de la Calle Corrientes. Además de los músicos nombrados, Sammy Friedhental como segundo violín, Alejandro Blasco completando la fila de bandoneones y Osvaldo Pugliese (piano y arreglos) integraron esa formación inicial suya, que en tarea paralela a la del sexteto de Elbino Vardaro -que actuaba enfrente, en el Café Germinal-mantuvo con convicción, con sentido romántico de la música y con auténtico coraje artístico el culto por las manifestaciones mejor calificadas del tango, en un momento adverso, desalentador y en permanente cuesta arriba dentro del mundo del espectáculo. Alfredo Gobbi, Héctor Grané, Pedro Terrón, Mauricio Mise, César Zagnoli, José Colángelo, Fernando Suárez Paz, Rolando Gavioli, entre otros músicos de prestigio y los vocalistas Juan Carlos Casas, Héctor Farrel, Alberto Podestá, Alfredo Bermúdez y Jorge Linares, fueron algunos de sus colaboradores más destacados en su trayectoria de 25 años de director.
En julio de 1937 registró su primer disco: Milonga de mis amores y Enamorao. De las muchas excelentes interpretaciones alcanzadas en ese ciclo de su trayectoria, han de recordarse las logradas con los instrumentales Arrabal, La beba, De antaño, Boedo, Orgullo criollo, Poca suerte y con los cantables Recién, 24 de agosto, Nunca tuvo novio (vocales por Alberto Podestá), Firuletear de bandoneón (vocales por Juan Carlos Casas), Trenzas (vocales por Jorge Linares), La madrugada (vocales por Alfredo Bermudez).
En 1960, juntamente con Horacio Salgán, Enrique Mario Francini, Ubaldo De Lio Y Rafael Ferro pasó a integrar en carácter de figura solista el Quinteto Real. Viajó 3 veces a Japón donde tomó parte en la serie de conciertos ofrecidos por dicho quinteto.
En 1966, fue elegido juntamente con Pedro Maffia, Ciriaco Ortiz y Aníbal Troilo, para ilustrar las secuencias del corto Fueye Querido que dirigió Mauricio Berú y en el cual ejecutó su tango Esquinero, con otras versiones de su quinteto. Además de los ya nombrados compuso, en sucesivas instancias de su carrera, los tangos El rebelde (el primero, de 1924), Rechiflao, Patria mía, Siete colores, A Belisario Roldán, Es mejor perdonar, Marinera, Hoguera, El fueye de Arolas. Integró la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Directores de Orquesta y el directorio de SADAIC.
Compuso entre otros, los tangos: "Como dos extraños", (tango que hoy disfrutaremos con la voz de Adriana Varela), "Berretín", "Mala junta", "Milonga de mis amores", "Mal de amores" y "Risa loca".
Creador absoluto de una capital escuela de interpretación bandoneonistica nacida de su inconfundible temperamento de artista. A diferencia de la modalidad dulce, apagada y, por así decir, musicalmente introvertida de Pedro Maffia, la suya se perfiló desde el comienzo como una forma de ejecución vibrante, de enorme tensión emocional. La brillantez del sonido, la fuerza de ataque, fueron otros dos rasgos de primer orden en su ejecución.
Perduran como ejemplo, sus solos fraseados y magníficamente dibujados en Qué noche, Sollozos, Semametón, Vayan saliendo, Chinche bonete, Maula (con el sexteto de Julio De Caro), La beba y Milonga de mis amores (con su propia orquesta), De puro guapo (con el Quinteto Real); sus "a solo" en Gaucha, Boedo, Flores negras y De antaño (con el sexteto de Julio De Caro) y sus variaciones corridas o (rascadas en Parlamento, Farolito de mi barrio, Risa loca (con el sexteto de Julio De Caro), Orgullo criollo y Poca suerte (con su propia orquesta), realizaciones suyas que han quedado como verdaderas pruebas de la imaginación musical y de la maestría interpretativa, que fueron pilares de la corriente que él promovió en el bandoneón y en la cual se nutrieron de algún modo, dos de los mayores valores que lo sucedieron en el tiempo: Aníbal Troilo y Osvaldo Ruggiero.
De esas mismas facultades surgió su obra de compositor, que proyectaron idéntica jerarquía y originalidad de concepción en todas las variedades formales y temperamentales del género: La revancha, Sin tacha, Mal de amores, De antaño, Mala junta, Esquinero, Orgullo criollo. Entre los tangos de corte milonga para orquesta: Risa loca, Berretín, Gaucha. Tuve un sueño, Coqueta, entre los tangos de línea romántica y gran vuelo melódico; Como dos extraños, Vieja amiga, 24 de agosto, entre los cantables de refinado lirismo. En conjunto esta obra, cuya calidad de invención y cuya variedad de ideas lo ubica en primerísima línea de compositores sin distinción de épocas o de estilos, debe estimarse además como precursora de las avanzadas tendencias posteriores a 1940.
Tango: Como dos extraños Música:Pedro Laurenz Letra:José María Contursi Intérprete: Adriana Varela
Las letras de Tango reflejan la vida misma. Reflejan el dolor, el placer, la nostalgia, alegrías y tristezas. A través de ellas te invito a pensar!
Letra: Me acobardó la soledad
y el miedo enorme de morir lejos de ti...
¡Qué ganas tuve de llorar
sintiendo junto a mí
la burla de la realidad!
Y el corazón me suplicó
que te buscara y que le diera tu querer...
Me lo pedía el corazón
y entonces te busqué
creyéndote mi salvación...
Y ahora que estoy frente a ti
parecemos, ya ves, dos extraños...
Lección que por fin aprendí:
¡cómo cambian las cosas los años!
Angustia de saber muertas ya
la ilusión y la fe...
Perdón si me ves lagrimear...
¡Los recuerdos me han hecho mal!
Palideció la luz del sol
al escucharte fríamente conversar...
Fue tan distinto nuestro amor
y duele comprobar
que todo, todo terminó.
¡Qué gran error volverte a ver
para llevarme destrozado el corazón!
Son mil fantasmas, al volver
burlándose de mí,
las horas de ese muerto ayer...